martes, 1 de abril de 2014

Adiós, triste y gris Enero.

En los lúgubres salones
de este maldito corazón
he encontrado la esperanza
bálsamo para el dolor.

Vientos fríos recorrían
aquel espacio vacío
que dejó tu ausencia muda
en esta alma desnuda.

Ahora la luz resiste,
las cadenas se oxidaron
y ya están por romperse
los grilletes que dejaste.

Nada como sus ojos
destellos en la noche oscura
para revelarme la verdad.
Verdad que me emociona
permitiéndome olvidar
aquella dulce amargura
que me impedía caminar.

Vehementes soldados de colores
luchan contra lo sombrío
aquello ya conocido
que inundaba mi tierra
dejando el terreno baldío.
Era regada por besos
y sembrada con palabras.
Acabó con la muerte
por tu ausencia.

Pero otra tierra fértil aguarda
siembra amor, que no trigo,
tiene voz, que no muerte,
y de seguro, me temo,
que resistirá al invierno
de aquél triste y gris
Enero.

Carlos Manuel González Prieto

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